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viernes, 16 de noviembre de 2012

Atolondrados y torpes, vivimos con los ojos cerrados.

Hay personas y personas. 
Están aquellas que con una simple palabra hacen que una sonrisa verdadera brote de tu cara por el resto del día, están aquellas a las que nunca tuviste la intención de conocerlas, pero sin embargo resultaron ser inolvidables, y, están aquellas que hicieron todo por verte feliz, pero, por alguna razón no las puedes valorar. 
Es raro, las personas que más se lo merecen, son las que menos reciben. 
Debe ser sólo porque al humano le gusta sufrir, y no sabe apreciar cuando alguien bueno se entromete. No sabe dar las gracias, prefiere que le duela antes de que venga de rebote. 
Son personas que aparecen de un día para el otro, para solucionar todos tus problemas, pero nadie los sabe ver. 
A veces no hay que luchar tanto para llegar a la felicidad, a veces está en donde menos lo esperamos. A veces, lo que cuesta no es lo mejor, a veces cuando llegamos a la meta después de una larga batalla, ya perdió su valor. Y todos los kilómetros recorridos fueron en vano.. 

El ojo por ojo ya nos dejó ciegos... Abramos los ojos. 

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