.jpg)
Siempre caída a caída, nos conocíamos un poquito más, siempre pensando que los tropiezos eran la única forma, nunca queriendo como lo hacen los demás.
Debo aceptar que hubo veces que nos extinguíamos a besos, que no había momento que compare lo que sentías en ese entonces. Le dábamos luz al mismo callejón de siempre, a las esquinas oscuras que siempre nos gustaron tanto.
Y poco a poco nos acostumbramos a necesitar de esa piedra, que cada tanto te hacía caer para luego volverte a levantarte. Nos acostumbramos a querernos a nuestra forma, a odiarnos una vez por día, a volver siempre al mismo rincón, a la misma emboscada, de un corazón con ganas de ser querido de una forma que nadie más que vos y yo sepan entender.
No hay comentarios:
Publicar un comentario