.jpg)
Y en ese entonces sabes que no hay nada más que hacer. Que por más que quieras la impotencia te gana y no te queda otra cosa más que aceptar lo que perdiste. Que perdiste lo que alguna vez te hizo sonreír, lo que alguna vez te hizo feliz, a la persona a la que le confiaste lo que nunca pudiste confiar.
Y así se van, tus ganas de querer, y lo único que queda es tu confianza en el piso sin ganas de seguir. Todo se va en un simple minuto, y por más mínimo que sea, un minuto, una despedida, hacen la diferencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario